martes, 21 de mayo de 2013


Mi mundo era el ancho de tus brazos y hasta ayer tenía la seguridad de tu sonrisa

Ese pedacito de cielo que tenía empezó a llover tan pero tan fuerte sobre mí que casi ya no tengo registros de cómo era. No me acuerdo de cómo era mi vida cuando ese cielito estaba soleado. No me acuerdo cuando era realmente feliz. Tampoco sé si quiero acordarme. Me hace mal acordarme. Creo que me iba a pasear por ahí, por Recoleta, y a veces hasta a San Telmo. A veces iba volando. Otras caminando, pero eso sólo cuando me enojaba o estaba de mal humor, y un ratito después veía el cielo soleado, me hacía reír un poquito y yo empezaba a despegarme del suelo para levantar vuelo.
El cielito era así, me hacía volar. Me hacía sentir tantas cosas que a veces hasta dudaba si realmente me estaba pasando todo eso, o si yo merecía que me pase todo eso.
Pero sí. Realmente lo merecía. Merecía eso y mucho, mucho más. Tanto más que el cielito nunca pudo darme lo que realmente merecía. Tanto le costó que empezó a llover todos los días, hasta que llegó al punto de no dejarme entrar más en él y comenzó a llover encima de mí. Con relámpagos, con truenos, con frío, con viento. Todo en un mismo día. El cielito se cayó encima de mí. Me lastimó en diversas partes del cuerpo y hasta él quedó un poquito dolorido. Porque me quería, me quería y mucho. No de la misma manera que yo llegué a quererlo a él, pero podría decirse que era amor. El problema, era que siempre a su amor le ganaba el orgullo, tanto que nunca fue capaz de pedirme perdón. Ni de intentar retenerme, sólo se dejó caer, no luchó nunca por volver a estar soleado. Hizo todo lo contrario. Me hizo sentir peor, me siguió lloviendo encima, siguió sin interesarse por mi presencia.
Quizás, para que esto no termine como un cuento tan triste, puedo decir que algún día voy a sentirme mejor. Hoy decidí irme, decidí empezar a volar por mi cuenta, sin la ayuda del pedacito de cielo, que hoy ya no puedo verlo como cuando el sol brillaba encima de él. Hoy lo recuerdo gris, con nubes. Y yo me veo vacía, triste. Sin vos.