Mi
mundo era el ancho de tus brazos y hasta ayer tenía la seguridad de tu sonrisa
Ese
pedacito de cielo que tenía empezó a llover tan pero tan fuerte sobre mí que
casi ya no tengo registros de cómo era. No me acuerdo de cómo era mi vida
cuando ese cielito estaba soleado. No me acuerdo cuando era realmente feliz.
Tampoco sé si quiero acordarme. Me hace mal acordarme. Creo que me iba a pasear
por ahí, por Recoleta, y a veces hasta a San Telmo. A veces iba volando. Otras
caminando, pero eso sólo cuando me enojaba o estaba de mal humor, y un ratito
después veía el cielo soleado, me hacía reír un poquito y yo empezaba a despegarme
del suelo para levantar vuelo.
El cielito
era así, me hacía volar. Me hacía sentir tantas cosas que a veces hasta dudaba
si realmente me estaba pasando todo eso, o si yo merecía que me pase todo eso.
Pero sí.
Realmente lo merecía. Merecía eso y mucho, mucho más. Tanto más que el cielito
nunca pudo darme lo que realmente merecía. Tanto le costó que empezó a llover
todos los días, hasta que llegó al punto de no dejarme entrar más en él y
comenzó a llover encima de mí. Con relámpagos, con truenos, con frío, con viento.
Todo en un mismo día. El cielito se cayó encima de mí. Me lastimó en diversas
partes del cuerpo y hasta él quedó un poquito dolorido. Porque me quería, me
quería y mucho. No de la misma manera que yo llegué a quererlo a él, pero
podría decirse que era amor. El problema, era que siempre a su amor le ganaba el
orgullo, tanto que nunca fue capaz de pedirme perdón. Ni de intentar retenerme,
sólo se dejó caer, no luchó nunca por volver a estar soleado. Hizo todo lo
contrario. Me hizo sentir peor, me siguió lloviendo encima, siguió sin
interesarse por mi presencia.
Quizás,
para que esto no termine como un cuento tan triste, puedo decir que algún día
voy a sentirme mejor. Hoy decidí irme, decidí empezar a volar por mi cuenta,
sin la ayuda del pedacito de cielo, que hoy ya no puedo verlo como cuando el
sol brillaba encima de él. Hoy lo recuerdo gris, con nubes. Y yo me veo vacía,
triste. Sin vos.